Hoy viendo la ilusión de tantas niñas y niños, me he acordado de Ustedes, y con la añoranza de aquellos lejanos días, les escribo. No quiero ya una muñeca, utensilios de cocina ni cuentos rosas.
Este año quiero:
Qué la equidad no nos sea ajena.
Qué la libertad, la igualdad y la sororidad, no sea causa de disputa.
Qué las leyes no sean enunciativas, y las libertades no sean punitivas.
Qué las oportunidades se den en reconocimiento a la capacidad y el trabajo.
Qué las mujeres se reconozcan cómo sujetos de transformación.
Qué nuestras luchas sean por la humanidad y no contra la mitad de ella.
Qué las niñas no sean sólo educadas para cuidarse y los niños sean educados para respetar.
Qué nuestra integridad sea reconocida y respetada día con día y no sólo visibilizada con un #MeToo, #NiUnaMás o #NiUnaMenos.
Qué no nos dé miedo la noche, caminar, viajar, volver solas.
Qué nuestra muerte no sea estadística ni sinónimo de impunidad.
Qué nuestra confianza aumente, y nuestra voz cause eco en las denuncias de violencia y desigualdad.
Qué nos amemos tanto, para dejar ser medias naranjas, y caminar en par.
Qué algún día la lucha de mis ancestras, no sea la lucha árida, sino cimiento de revolución de una nueva sociedad.
Y por último, esperando que no sea mucho pedir (pues hay quién piensa que todo los derechos nos han sido regalados).
Les pido que cada día más mujeres se reconozcan y el empoderamiento sea tal que fortalezca las relaciones armoniosas, de amor, paz y humanidad.
Pd. Espero algún día me expliquen cómo estuvo eso del por qué no hubo reinas entre ustedes.
Con fe y esperanza.
Myriam Martínez , una mujer con sueños y utopías.
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